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Ella estaba sentada en el bar, rodeada de conocidos, tomando unos tragos muy tranquila. Llego la hora de ponerse pesado. Salió a tomar un poco de aire, le pidió prestada la bicicleta a una amiga. Sus sentidos no estaban coordinados, aun cuando estuvo subida a los tacos más altos, pedaleo como si su calzado fueran zapatillas comodas. El equilibrio nunca lo perdió. Tuvo miedo, dar vueltas a las 3 de la mañana en bicicleta, con tacos, media ebria y sola no es cosa fácil. Cuando dio la vuelta a la manzana la esperaban la dueña de la bicicleta, para amarrarla y un amigo más. Estaban armando. Fumaron en la esquina, como si nadie estuviera ahí. Volvieron a entrar al bar, una de sus amigas le reprochó no haberla llevado a fumar, a lo que le respondió "hubieras venindo..." Siguió tomando, la invitaron un tequila. Aceptó. Fue a la barra, lo tomó y se fue a saludar a unos amigos con los que se encontró más temprano. No sabe como, pero subió las escaleras y las bajo como una lady. Para cuando volvió a su mesa, estaba invadida por desconocidos buena onda, graciosos y tranquilos. La invitaron a tomar de una jarra de fernet. Aceptó. Y se encendieron las luces. Todos afuera. Volvió a fumar, casi ella sola. Caminó apróximadamente 20 cuadras (o al menos eso dice que parecieron), un camino que no condujo a ninguna parte, más que al dolor de sus pies. Se sentía a 15 centímetros de la realidad. Sus amigos dijeron de comer algo antes de seguir viaje. Más tarde, estaba sentada en el piso de un bondi, viajando hacia la casa de la tía de una de sus amigas. Llegaron a la casa y se durmieron como si no hubiera mañana. Nunca perdió el conocimiento y al despertar, amaneció como si nada hubiera pasado.